Ermita de la Virgen de la Guía

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Ermita de la Virgen de la Guía (Llanes)

Introducción

La Ermita de la Virgen de la Guía, situada en lo alto de la colina de La Guía y con vistas dominantes al mar, constituye un símbolo destacado de devoción y patrimonio en Llanes. Su historia y arquitectura reflejan la riqueza cultural de la región, siendo un referente tanto espiritual como artístico para la comunidad local y los visitantes.

Contexto histórico

El origen de la ermita se remonta a 1515, cuando Fernando de Salas solicitó su fundación al Obispo de Oviedo. Construida con aportaciones del vecindario, la ermita fue consagrada el 8 de septiembre de 1516. Desde entonces, ha mantenido un papel central en la devoción mariana, sostenida por limosnas, ofrendas y la implicación de los fieles a lo largo de los siglos.

Descripción del patrimonio

La ermita presenta una arquitectura singular, resultado de ampliaciones y remodelaciones a lo largo de su historia. Su ubicación elevada le otorga un carácter imponente y un dominio visual sobre el paisaje marítimo. Destacan el pórtico abierto y la nave de la capilla, así como el retablo de madera dorada, que alberga la imagen de la Virgen de Guía y constituye un destacado ejemplo del arte sacro de la región. Cada elemento arquitectónico y decorativo refleja la fe y la tradición de los llaniscos.

Relevancia cultural e histórica

La ermita es un lugar de peregrinación y culto, testigo de numerosas celebraciones y rituales devocionales a lo largo de los siglos. Su historia está estrechamente vinculada a la identidad y la memoria colectiva de Llanes, convirtiéndola en un referente cultural de importancia regional.

Conservación y preservación

La protección de la ermita es esencial para preservar su legado religioso y patrimonial. Los programas de conservación deben incluir restauración arquitectónica, mantenimiento de objetos litúrgicos y obras de arte, así como la implicación activa de la comunidad y de las autoridades competentes.

Reflexión final

La Ermita de la Virgen de la Guía simboliza la fe y la identidad llanisca. Su preservación asegura la continuidad de la historia, la cultura y la tradición, transmitiendo a futuras generaciones un legado invaluable de devoción y patrimonio.